
El héroe discreto

AVargas Llosa se le puede considerar tanto como un pensador que escribe a menudo novelas, como un literato de mirada lúcida que de vez en cuando ofrece ensayos. Efectivamente, así ha sucedido tras recibir el autor el Premio Nobel. Primero nos ha ofrecido un ensayo, "La civilización del espectáculo", una estupenda reflexión sobre lo banal de la cultura en nuestros días, o, por mejor decir, la denuncia de que la sociedad busca ante todo el "divertimento" por encima de cualquier otro valor ético o estético.
Y posteriormente una novela, "El héroe discreto", un relato sobre personajes de la vida cotidiana que defienden con entereza sus principios morales.
En una entrevista ha declarado el autor que, desde el título, ha querido referirse a un tipo de ser humano capaz de enfrentarse a cualquier amenaza contra sus convicciones más profundas. Personajes sencillos, casi don nadie, que, cuando llega una situación excepcional y peligrosa, sacan una energía que no esperaban tener dentro.
La novela relata dos historias paralelas sobre dos personajes de distinta clase social, Felicito Yanaqué dueño de una modesta empresa de transportes, y el acomodado Ismael Carrera, propietario de una aseguradora. Los dos van a sufrir extorsión con serias amenazas a las cuales plantarán cara con valentía.
Los dos relatos se van alternando, tanto en el lugar donde se desarrolla la acción –en Piura, Felicito y en Lima, Ismael–, como en el sistema de extorsión, que a la postre involucra a familiares cercanos. En el caso de Felicito unos supuestos mafiosos le envían anónimos amenazantes exigiéndole dinero. En el caso de Ismael se sabe directamente que la extorsión proviene de sus dos despilfarradores hijos, Miki y Escobita.
En cualquier caso los dos se oponen, por honestidad y hombría, al embate de estos desaprensivos que buscan vivir y disfrutar a costa de los esfuerzos y economías de sus mayores.
Plantea Vargas Llosa en esta novela el estado de una sociedad –en este caso la peruana, pero extensible a otras muchas–, con sus lacras, conductas inmorales, corrupción, periodismo sensacionalista, pérdida de respeto y lazos familiares. Y, por otra parte, sus aspectos positivos, personas corrientes defensoras a ultranza de su dignidad y autonomía cueste lo que costare.
Son muchos y muy bien dibujados los personajes que acompañan a los protagonistas, algunos ya presentes en anteriores obras del autor como don Rigoberto, su esposa doña Lucrecia, su hijo Fonchito y el sargento Lituma,
Sin embargo, lo más valioso de este libro sigue siendo la incontestable maestría literaria de Vargas Llosa para mover alternativamente las dos historias, que paulatinamente van confluyendo; para conseguir asombrosas elipsis, y saltos de unos personajes a otros en la misma escena, yuxtaponiendo distintos momentos con tanta pericia que no distrae la atención del lector. Logra unos diálogos vivos, ricos en peruanismos que no dificultan la comprensión del texto. Una estructura, en fin, que supera con mucho al propio argumento.
Juega el autor con sentimientos y valores contradictorios, melancolía y humor, ternura y venganza, perversión y amor, odio y perdón.
Quizá se podría haber evitado que el final del relato no dejara sabor a melodrama, a culebrón –como se reconoce en el propio libro–, pero esto no es óbice para disfrutar del reconocido nivel literario del autor.
EL HÉROE DISCRETO
Mario Vargas LLosa
Alfaguara 2013
María Simón©
Colaboradora de la revista Crítica - Libros - .

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