
Traición

El teatro, al igual que el cine, ha recibido este verano una nueva definición por parte de nuestros actuales dirigentes. Por lo visto, no es cultura, sino “producto de ocio y entretenimiento”. No es una categorización baladí, sino deliberada para justificar un desproporcionado e inexplicable aumento en los impuestos añadidos al precio de las entradas. En realidad, he luchado mucho por evitar incrustar incómodamente referencia política alguna en esta columna. Pero dado que se publica, al menos desde que yo la escribo hace ya casi cuatro años, en la sección de Cultura de esta amable revista, he creído indicado aclarar que, mientras no se cambie el nombre de la sección para distracción de ustedes, seguiré creyendo que aquí escribimos sobre Cultura, pese a las palabras del Ministro del ramo.
Y dado que de ello hablamos, y perdonen esta frívola introducción que no les habrá interesado en absoluto, nos centramos hoy en uno de los autores más importantes de los últimos 50 años, Harold Pinter, y de una de sus obras más conocidas. La misma trata la historia muchas veces llevada a escena, a las páginas de una novela o a la pantalla de cine, de un triángulo amoroso. Un hombre y una mujer engañan al marido de ésta y a la vez mejor amigo del áquel, teniendo una aventura. De un planteamiento tan manido cabría esperar un culebrón en toda regla. Pero en manos del autor inglés se transforma en un laberinto de disimulos y suspicacias cuya trama no puede ser sencilla. Pinter no se conforma con presentar los logros del engaño y las penurias de la conspiración. Traición arranca con la confesión, con un reencuentro entre el amante (Alberto Sanjuán) y la esposa (Cecilia Solaguren) dos años después de que la aventura hubiese llegado a su fin. En ese reencuentro ella anuncia que la noche anterior, en una gran riña con su marido (Will Keen), le espetó que hace nueve años había tenido una relación a escondidas con su mejor amigo que había durado siete vergonzosos años. Desde ese momento, el Premio Nobel de 2005, decide que lo más interesante es contar la historia al revés, desde el final al principio, desde esa revelación hasta el momento en el que el affaire se inició en una especial celebración. Nueve años en una disléxica cuenta atrás en la que el espectador respira suspense, una atmósfera densa, estructurada en nueve escenas intensas, punzantes, afiladas con diálogos puramente pinterianos, sin recovecos, armados de cargas de profundidad, donde el subtexto es casi tan hiriente como el insulto, tan hondo, bien escogido y vivo que no es de extrañar que en algunos aspectos se base en un momento de la biografía de Pinter. No importa lo que pasó, importa más cómo se pudo llegar a traicionar no sólo a un amigo y a un marido, sino a la propia moral, a la integridad de las promesas, a lo sagrado y lo humano, a uno mismo. Ver cómo los personajes tiene la posibilidad de evitarlo, de escapar, y sin embargo caen y vuelven a caer en su propia debilidad que es la humana. Un texto lleno de ironía clásica, sin tragedia ni redención.
El montaje, ya estrenado en la Sala Pequeña del Español el otoño pasado, se reestrena en el Teatro Galileo. La adaptación se ha traído al Madrid de los años 80 y 90, en un intento por parte de la directora y adaptadora algo innecesario y a veces chirriante de acercarlo, con un Alberto Sanjuán bastante contenido tras su fallido Hamlet y sin caer en el fácil galán que podría ser, una Cecilia Solaguren entrera, manejada y manipuladora, y un Will Keen que cuando toma su papel sobre el escenario y llegamos a comprenderle, entendemos el gran actor que es.©
TRAICIÓN de Harold Pinter.
Dirección y Adaptación: María Fernádez Ache.
Reparto: Alberto Sanjuán, Cecilia Solaguren, Will Keen.
Escenografía y vestuario: Ikerne Giménez.
Iluminación: Marino Zabaleta.
Sonido: Mariano garcía.
Producción: Asamblea de Traidores.
Teatro Galileo – desde el 13 de septiembre.
De miércoles a viernes 20.30hs – Sábados 19hs y 21.30hs – Domingos 19hs.
Javier López
Colaborador de la revista Crítica - Teatro -.

Comprender el dolor
La ayuda en situaciones de catástrofe, el manejo emocional ante el dolor ajeno, el dolor en las grandes religiones, la representación del dolor en el cine, en definitiva, un mosaico de perspectivas con las que pretendemos comprender el dolor.
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