
Adicciones que matan

La Organización Mundial de la Salud define la droga como toda sustancia que, introducida en un organismo vivo, por cualquier vía, inhalación, ingestión, intramuscular o endovenosa, es capaz de actuar sobre el sistema nervioso central provocando una alteración física y/o psicológica, la experimentación de nuevas sensaciones o la modificación de un estado psíquico; es decir, es capaz de cambiar la percepción, las emociones, el juicio o el comportamiento de la persona y es susceptible de generar en el usuario o consumidor la necesidad de seguir consumiéndola… generando dependencia física o psíquica y produciendo síndrome de abstinencia… y efectos nocivos para el individuo y para la sociedad. Desde este criterio, por tanto, no sólo las drogas ilegales, opiáceos y cocaína pueden ser consideradas drogas, sino también sustancias como el alcohol y el tabaco, sin dejar de lado, por supuesto, las llamadas socioadicciones, o adicciones sin sustancia, como los juegos de apuesta, el uso del móvil o Internet, que pueden ser consideradas como tales.
Junto al tabaco, el alcohol es la droga de más grave incidencia en nuestro país, seguida a cierta distancia del abuso de algunos fármacos psicotrópicos y, finalmente, de las toxicomanías de carácter ilegal. En éstas últimas, se observa un descenso en el consumo de heroína y un incremento en el de cocaína y las llamadas “drogas de diseño”, siendo lo más destacable la tendencia actual a la politoxicomanía. Pero lo cierto es que al hablar del “problema de la droga”, se continúa poniendo énfasis en las sustancias de venta ilegal, olvidando muchas veces que el consumo de tabaco y alcohol es una de las principales causas de muerte en las sociedades desarrolladas y olvidando que el consumo de alcohol se incrementa de forma espectacular entre los jóvenes los fines de semana. Según las encuestas, los jóvenes comienzan a consumir alcohol, hachis o marihuana a los 13-14 años. Después continúan con las pastillas y hacia los 20 años comienzan a depender de la cocaína para “funcionar”. Este es, a grandes rasgos, el camino que recorren los jóvenes adictos que se someten posteriormente a tratamientos de desintoxicación. Las encuestan afirman que el 66% de los jóvenes consumidores viven con sus padres, un 32% viven en pareja y el 2% restante viven solos. Un 7% tienen estudios superiores; un 12%, formación profesional; un 14%, estudios primarios y un 66% comienza la secundaria… Hay que atreverse a explicar a los padres, profesores y educadores sociales qué son las drogas, por qué algunos se inician en su consumo o devienen adictos, qué hay que decir a los adolescentes, cómo plantear este tema en la escuela…, con esta finalidad publicamos este número de Crítica, porque conocer la realidad es el primer paso para poder actuar y prevenir.
Existen dos factores fundamentales que contribuyen a que las drogas tomen el control sobre el comportamiento, el primero es la búsqueda del placer que genera su consumo y el segundo es evitar los síntomas de la abstinencia (huida del malestar). ¿Pero que le pasa a esta sociedad que no repara en perder la vida por unos instantes de un placer efímero y destructivo? ¿Inseguridad, relativismo, ansiedad, soledad, competitividad, aburrimiento, fracaso, sinsentido, odio, miedo…? El corazón humano está lleno de angustias y pavores, pero para perder el miedo no es necesario cambiar el mundo sino cambiar nuestro propio corazón. El que añora aquello de lo que carece en lugar de alegrarse con lo logrado, por minúsculo que sea, no será feliz. El que juzga que cuando se realicen todos sus deseos estará en paz, también se equivoca: el temor a que no se realicen lo mantendrá frustrado y empequeñecido. Nuestra letra siempre será la misma aunque mil veces cambiemos de bolígrafo, nuestra forma de pensar no será otra porque cambiemos de peinado, nuestra hambre no
desaparecerá por mucho que leamos el menú, ni nuestra tristeza se disipará por mucho que nos emborrachemos de alcohol o de pastillas. Nos pasamos años y años mostrando a nuestros niños y adolescentes nuestras minúsculas y demoledoras adicciones: adictos a conseguir un coche, adictos a lograr un estatus, adictos a conseguir dinero, adictos a lograr placer… Y olvidamos que durante ese tiempo, también estuvimos vivos y cada momento perdido fue susceptible de amor, de calidez, de escucha, de perdón, de risa, de riesgo, de pasión. Difícilmente esta temerosa sociedad erradicará sus adicciones porque ningún progreso logrará el ser humano si el ser humano mismo no progresa. ©
Manuela Aguilera
Directora de la revista Crítica

Adicciones que matan
Monográfico sobre las adicciones, con artículos como: El consumo compulsivo "de todo" y el abuso de drogas; El consumo de alcohol en una sociedad con riesgos; El tabaquismo como drogodependencia; Intervención con adolescentes consumidores de drogas; Voluntariado y drogodependencia; Tráfico, dinero y muerte. Señores de la droga y una guerra cuyo fin queda demasiado lejano.
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